domingo, 12 de mayo de 2013

El disfraz

Sacáte el antifaz, te quiero conocer, basta de caretaje impiadoso, mostráme esa mujercita de percal que escondés, abandoná los afeites y cosméticos para mejores épocas, dejá la malla metálica para los colmeneros, si abejas  no cultivás y terrateniente no sos, ni cuenta gorda en el Banco te asiste y espada de esgrima flexible y punzante calzás en tu diestra... reservá para vos esa  retórica hueca y desolada buena para el buey que bien solo se lame, allá él, vos acá con el  espejito, espejito roto y atribulado, llena de espanto, dame tu mano , la ponemos sobre mi/tu/nuestro corazón y salimos a cielo  abierto sin miedo a los demás así contemplo tu risa estrellada.


Comida para un hambriento

Si para mí hay una palabra talismán (muchas no hay), es la palabra trabajo, trabajador: la religión privada de mi papá, imprimida a fuego a través de los días, de los años cual pluma al pájaro. Cantar no era muy propiciado por él y menos como la  cigarra. Su testimonio fue vivir la mística del trabajo, no como jaula si no como maravilla, señal, viento y marea...poder de la libertad humana. Era un decirle sí al hombre cada mañana, un llamamiento a la solidaridad. Anverso y reverso de la misma moneda, y un no al sometimento que ahoga y deja triste y solitario. Junto a él no había dos olitas para ahogarse, quizás un mundo sin explicación, para quienes nada tenemos, aunque todo lo poseemos.Sostuvo la tierra con su anhelo y nos lanzó con dos piernas a la historia.


Mi "pío-pío"

¡Ay, no sabés lo que me pasó cuando vinieron a buscar a Agustina, estábamos repasando a todo trapo, íbamos a los santos piques porque no llegábamos ni ahí y salimos de raje cuando su mamá llamó con mucho apuro,no te imaginás la sorpresa que se pegó la hermanita al verme, no había Dios que la convenciera de saludarme! Al otro día le dije: decíle a tu hermanita que me disculpe, ella contestó con naturalidad: no te preocupes Gladys, acá te mandó un dibujo(¡país misterioso el de los niños!).

Lecturas varias y panes recién horneados
que enloquecían a todo un barrio,
un oscuro y desdichado viajante de comercio
que tuvo la muerte deseada,
una mujercita tullida y tiranizada por la déspota de su madre
que encontraba su refugio en su diminuto bestiario de cristal,
un guerrero medieval lidiando con los infieles
en una búsqueda desesperada del honorable perdón
de un rey demasiado egoísta para tener tan noble vasallo.
Tocan con apuro la puerta de calle,
salimos con prisa al simple sol del mediodía
Agustina, la hermosa y de corazón dulce, y yo,
su hermanita me mira espantada llevándose las manos tristes a la boca
mientras su mamá le dice con voz sincera:
saludá a la profesora y ella con miedo se esconde de mi presencia.
Se van con prisa, desaparecen en frescura de la mañana.
Guardo para mí el cantar de Catalinita, Catalinita, la que pena de fidelidad
por su esposo ausente, al cerrar la desnuda puerta.

Dibujo que imagina la mirada de la niña

Dibujo que me mandó al otro día



miércoles, 1 de mayo de 2013

Los dolores están sentados en un banco


Vaya uno a saber desde cuándo
pacientes y socarrones aguardan.

La apertura a todo pulmón 
la hizo el lóbulo derecho
quedó afuera de un solo corte
y por la espalda
de tal dolido modo 
que su lecho arranca en la mitad del pecho 
y se corre para atrás
rodea el torso claudicante
y se estampa en el medio del homóplato.
Hoy la fatiga que escucho yo
las articulaciones que parecen de otro
el hormigueo en los dedos de las manos tumban la casa
las mucosas más que vulnerables
me piden: sentáte a nuestro lado.

Eso hago mientras miro 
deshojarse al ocre y verdinegro tilo
aunque todavía faltan por caer
 en este último y húmedo lunes de abril
algunas hojas casi ruinosas.



Mujer nueva

Una mujer a futuro
                            todavía no existe
                                                     se está reinventando

sin saber cómo están las cosas por dentro
y aún así anhelo como siempre ser nueva, ser otra
y escuchar la voz amada, presente
 que impulsa a la esperanza
y este dolor que todo lo alcanza
y esta inclemencia que
no me afloja
y este cuerpo mío
impenetrable, no acusa recibo,
en esta tarde última y lluviosa de abril...