jueves, 17 de abril de 2014

La añera

De lejos es la mayor de las mujeres que se reúnen en la luminosa capilla a las tres de la tarde de los martes para rezar la coronilla a la Divina Misericordia.Viuda, libre de todo cautiverio del maridaje sueña con el que caminó sobre las aguas, clamando dulzura para el pasaje del último viaje, por la mañana adolorida, la tarde fragosa, la noche solitaria.Murmura casi bisbeando "¿cómo dirás mi nombre?, al despuntar la partida, sabés que yo tomé la iniciativa,¡ay tantas palabras para decir poco, casi solo"te quiero"!. Decires suyos son "cómo pica piedra en su tierra" para hacer Su voluntad como en el cielo segurísimo se hace y hará por sempiterno.Su voz aguda, mantiene el ritmo del golpe sobre el guijarro, la repetida letanía sigue replicando en el silencio del sagrario y en cada corazón por Él apasionado.Después, infinitamente después...

sábado, 12 de abril de 2014

En salida

En la periferia de la existencia sale sin asco a buscar a los campesinos sin campos, a las mujeres sin escuela, a los derrotados sin clandestinidad, a los oprimidos sin reino. A todos, toditos, sin nadita que quitarles.
Lo impulsa la alegría libre de no robarle a los demás. En la intimidad de la salida sueña con el canto nuevo, clama por unos compañeros resucitados en el pueblo que repartan según las necesidades de cada uno y no bla, bla bla....según las variables del mercadeo, micro y macro y bla, bla bla, y poder de compra,bla bla bla.
 Ay, solo falta que el hombrecito salga.


Hay que primerear
sí, sí, sí,
Che, Che, Che,
que feliz
que fui, fui, fui,
saber del aguante fraterno,
          del mirar atento a los frutos celestes,
          de celebrar hasta con la abuela, sin quejas ni alarmas rechinantes,
          de festejar las horas del día,
          de victorear que hay un solo corazón
           sin prisa ni pausa en este mundo de muertos.
 Y la Mujer está de pie
en el resplandor de un extraño país.
Y que se rinda tu madre
como dice el poeta.


Pido perdón

Pido perdón
por no haber visto que vivías tu vida
como niebla fina, casi azul celeste
como el sueño nublado de un fantasma inasible
como una idea azotada por todas las furias
y desnuda de todo abrazo posible.
Pido perdón
por no comprender que sentías tu sola existencia
para los demás, no para
-aunque lo desearas con desesperación -mí, no para vos.
Pido perdón
por no conocer a tiempo
 tus serios empeños por morir.
Pido perdón
por dejarte salir con la tuya
sin ni siquiera volver a avisarme.
Pido perdón por no leer tu tiempo de agonía en que me decías.
Ahora lloro.
Te veo blanca, iluminada
y allí de seguro, en una niebla negra
buscando nuestro compartido jardín,
trocado en sueño querido y más anhelado.
Pajareará tu alma con la mía
y así será nuestro tiempo frutal.
Ay, se me ha muerto Alicia,
distraída, parecía en otra cosa,
 con su lengua- pretextos de conversaciones-
descreía del contrato social proclamado.
Mujer de pie, impúdica, no pudo o no quiso
lidiar con las atrocidades de aquí.
Se ha ido mi hermanita,
hoy me visto de ella, sin vergüenzas ni mentiras.
No estaba nunca
donde debía estar...
grandísima mujereada le jugó la vida.
Ya no hablamos ni por dentro ni por fuera
ahicito nos encontraremos
respirando aire puro con nuestros pulmones
calcinados de tantos silencios.

Exilio

Ay mamita! ya estás conmigo otra vez, no necesitás anunciarte desde que fui echada a la vida..El  olor del marzo que se acaba y del otoño impostergable avanzando con la tenue llovizna y las hojas amarillentas de tilo azulverdoso llegan hasta la mesa silenciosa de la cocina. Y sí, cuando me colocan alrededor de la muñeca la cinta de papel impresa con mis datos personales en Internación, me siento cautiva, herida carne de cañón, zarandas que nos dan y ojalá hoy las niñas jueguen con muñecas y el cariñoso, venga, acompáñeme. Ajustan las cadenas errantes,  me tomo del brazo de la mujer ya conocida , después de tantos meses, cosida a pedazos a mi cuerpo y el temblor se disimula y hablamos de cómo está el tiempo afuera y de la desgracia de la pobre Nazarena.Y subimos o bajamos?, fragmentos desviados de mí.

Mano lacerante de mis venas,
golpeabas helada mis flacos brazos.
Doliente suplicaba
¡oh venas, resistid!
Habían exiliado al fuego.
Solo pavor y oscuridad.




A mi compañero

                                                                                  Al modo de Alejandra
Te pienso y te acompaño
siento tu nombre correr dentro de mi sangre
construyendo mi vida
 y la de los que amamos tanto.
Cada día amenazo a la muerte por tu nombre
velaré los días por tu requerida presencia,
Te necesito como a ninguno igual.

martes, 8 de abril de 2014

Señor de los cielos exactos

A Daniel Rolla
Señor de los cielos exactos, hacías unos pequeños soles o vulnerables gotitas de agua verdosas o prosaicas nubes espumosas en tu ángulo preferido del pizarrón histórico de la clase juvenil. Autoaprendizaje, autogestión asistida, supervivencia fríamente programada para que ningún alumno que estudiara llevara a los agobiantes turnos de las incontables mesas examinadoras las materias desaprobadas.
De ojos zarcos como el niño cautivo del Martín Fierro, el de las tolderías, mirabas a cada estudiante con el corazón, mientras con los dedos blancos de tiza te quitabas el pelo indócil de tu frente. Corregías sin descanso y no porque te creyeras el mejor, orientabas exhortando a cada quien. De andar cansino, gestos medidos, voz queda, mochila negra al hombro, y manzana verde pequeña terminada en un recreo escolar fatigabas las aulas del instituto.
Levantabas un ranchito con la piedra que otros desechaban.
Te convocamos a que salgas a la luz...
a que desembarques otra vez
 en las aulas verdes.

Palmas funerarias

La mujer llegó con palmas funerarias mecidas en sus brazos, "es para el domingo", mumuró entregando el ramo verde, lustroso y joven a la otra de negro toda con las juguetonas llaves en su mano siniestra. "Cómo relucen recién nacidas", comenta la más anciana , débil por tanta años de fatiga. Entraron a la inundada capilla los seis cuerpos murientes. La madera gastada de los bancos se duplicaba en los charcos de agua todavía limpia. Rodearon el sol del altar y en la amarilla custodia,  la mujer oscura clavó al Señor del madero, junto a la palabra de todas las palabras. En el aire había hambre de Dios. Verde, azul, rosado lucen las palmas, detrás, en la oscuridad aguardan.